Durante la adolescencia es habitual la adopción de malos hábitos del sueño. Se retrasa la hora de dormir con respecto a la etapa infantil, mientras que continúa la obligación de levantarse pronto para asistir a clase. En consecuencia, se duerme menos de lo que se necesita.
Cuando este déficit se vuelve frecuente, puede terminar provocando alteraciones del sueño. La más común: el insomnio. Hay casi un 40% de adolescentes que afirman tener una mala calidad subjetiva del descanso, teniendo las chicas un mayor riesgo de sufrirlo.
No son datos para tomarse a la ligera. Menos aún si tenemos en cuenta que en un 80% de los casos existe cronicidad. Además, la mitad de los que lo sufren esconden también otro tipo de trastornos psicológicos, como depresión, déficit de atención, hiperactividad, autismo, epilepsia o síndrome de Tourette.
¿QUÉ ES EL INSOMNIO Y POR QUÉ OCURRE?
El insomnio se define como la falta de descanso adecuado a pesar de tener la oportunidad de dormir. Puede ser de corta duración (días o semanas) o crónico (al menos un mes). La calidad del sueño se resiente por tres motivos:
- Dificultad para conciliar o mantener el sueño a lo largo de la noche.
- Despertar temprano e imposibilidad de volver a dormirse.
- Ausencia de sueño reparador. Se duerme lo suficiente pero la persona no siente que haya descansado.
Los malos hábitos de los adolescentes son lo que les lleva a la mayoría a padecerlo. Quedarse hasta tarde en la habitación con el móvil o el ordenador, tomar bebidas energéticas para aguantar una última partida antes de acostarse, aprovechar el fin de semana para levantarse a mediodía… todo ello favorece la aparición del insomnio. Tanto como el ambiente familiar que haya en casa, la presión social y escolar, y los cambios hormonales que sufra el adolescente.
No siempre tienen la culpa las costumbres inapropiadas de la persona. Durante esta etapa hay un retraso del ciclo vigilia/sueño debido a la liberación tardía de melatonina, la hormona que regula el sueño. El resultado es una tendencia a demorar la hora de acostarse.
Esto es normal, pero puede ocurrir que ese retardo sea exagerado como consecuencia de una alteración de las fases del sueño (ritmos circadianos). Dicho de otro modo, el reloj biológico induce el sueño demasiado tarde. Sin embargo, se tiene que seguir madrugando, por lo que se da esa privación del descanso. No se conoce completamente la causa de esta alteración, pero se ha visto que hay cierta predisposición genética.
El estrés derivado de las obligaciones y las preocupaciones excesivas también pueden desencadenar insomnio. Así mismo, puede haber muchos otros motivos:
- Trastornos psicológicos como ansiedad, depresión o hiperactividad.
- Asociaciones negativas al acto de dormir (miedos, recuerdos de malas experiencias…).
- Dolores y lesiones.
- Enfermedades como la apnea del sueño o afecciones respiratorias.
- Alteraciones metabólicas o neurológicas.
- Efectos farmacológicos.
- Factores dietéticos.
¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS DEL INSOMNIO?
Cualquiera estará de acuerdo en que un adecuado descanso es esencial para desarrollar con normalidad nuestras vidas. En los adolescentes el sueño cobra más importancia aún, siendo el insomnio una condición grave que se asocia con múltiples problemas:
- Calidad de vida dañada: menor energía, dolores de cabeza y de estómago, etc.
- Somnolencia durante el día.
- Disminución del rendimiento académico.
- Dificultad para el aprendizaje.
- Menor capacidad de memoria y de atención.
- Problemas de conducta: irritabilidad, miedo, ira, tensión e inestabilidad emocional.
- Ansiedad y bajos ánimos.
- Depresión e ideas suicidas.
- Tendencia al consumo de tabaco, alcohol y otras drogas de abuso.
- Afectación cardiovascular, inmunológica y metabólica, incluyendo un mayor desarrollo de sobrepeso, diabetes tipo 2 y alteraciones en el crecimiento.
¿Estos síntomas son la consecuencia o la causa del insomnio? Los estudios no terminan de dejarlo claro. No obstante, se ha visto que existe relación, lo que avisa de la importancia de tratar este trastorno.
¿QUÉ ALTERNATIVAS EXISTEN PARA TRATAR EL INSOMNIO EN ADOLESCENTES?
Actualmente el tratamiento del insomnio en adolescentes involucra tres tipos de terapias: conductual, cognitiva y farmacológica. Pueden realizarse de forma aislada o combinada, pero siempre con una opinión médica previa que valore la gravedad del trastorno y las posibles causas.
La terapia conductual no es otra cosa que la higiene del sueño. La adopción de buenos hábitos son clave a la hora de manejar el insomnio. Regular el horario a lo largo de la semana, evitar el consumo de sustancias estimulantes por la tarde y noche, restringir el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse o asegurar unas buenas condiciones ambientales en la habitación son algunas de las recomendaciones.
Por su parte, la terapia cognitiva pretende eliminar o controlar todos aquellos pensamientos negativos o preocupaciones que impiden el correcto descanso y provocan insomnio. Involucra diversas técnicas, como por ejemplo el entrenamiento de la capacidad de relajación.
La última opción, que nunca puede tomarse sin la supervisión de un médico, es la terapia farmacológica. Desde antihistamínicos a la propia melatonina, las farmacias disponen de varios medicamentos que alivian los síntomas del insomnio.
La prioridad siempre deben ser la terapia conductual y cognitiva, ya que son las que realmente atacan la causa de este trastorno. La farmacología simplemente ofrece un parche y múltiples efectos adversos.
Si se sospecha de padecimiento de insomnio, no hay que dudar en contactar con un especialista y preguntar por las mejores opciones terapéuticas disponibles.
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